VER EN ESTEREO. LA BUSQUEDA DE LA PROFUNDIDAD
Esta es la experiencia reveladora que se narra en este libro. Ni Dan, el marido de Susan, de profesión astronauta, ha vivido una experiencia similar. Para ella, ni siquiera el firmamento visto desde una nave espacial es tan conmovedor como el hecho de ver el mundo por primera vez en profundidad, con una visión estereoscópica.
Hasta esa fecha, Susan Barry pertenecía al grupo de personas incapaz de ver en relieve, a una porción de nuestra especie cuya visión, sin saberlo en muchas ocasiones, no ha sabido superar la barrera del 2D. La cifra no alude a una minoría precisamente: una de cada veinte personas, un cinco por ciento de la gente, no puede ver en tres dimensiones. Son personas que viven en un lienzo, donde flores, montañas y horizonte se pegan en un mismo y único plano y que, como aquel personaje de la película en blanco y negro, quizás no sean conscientes de que pueden mejorar su visión.
Hasta hace muy poco, la gente creía que la capacidad de ver estereoscópicamente se desarrollaba en la infancia. Para poder ver en 3D hace falta que las retinas pertenecientes a nuestros ojos izquierdo y derecho se fijen en algo ligeramente distinto. Luego, el cerebro fusiona estas imágenes complementarias para obtener la visión en profundidad.
Si de pequeño tus ojos apuntan simultáneamente hacia direcciones distintas, te va a resultar muy difícil saber dónde están las cosas. Ambos ojos tendrían una visión del mundo demasiado distinta, por lo que lo veríamos todo por duplicado y nos costaría ubicar los objetos que nos rodean. Para ver, deberíamos escoger uno de los dos ojos. Es por ello que el cerebro muestra preferencia por uno de los dos ojos y descarta la información que recibe del otro. Literalmente, la ignora. Así, el primer aprendizaje en un bebé que nace con estrabismo, consiste en poder suprimir, sencillamente, la visión de un ojo y en modificar los circuitos cerebrales conforme a este hecho. Es decir, el cerebro se adapta a ver en 2D y uno puede llegar a adquirir un sentido del espacio, puede inferirlo y tener conciencia de que el mundo existe en profundidad, aunque no pueda verse de este modo.
Nadie ha explicado con la claridad de Susan el largo proceso para corregir su estrabismo de nacimiento, más común de lo que se sospecha. Ella ha demostrado que ese aprendizaje casi innato de ver en 2D se puede corregir si empleamos la terapia adecuada.
Durante gran parte de su vida, Susan se entrenó para ignorar lo que captaba uno de sus órganos visuales, a desviarlo más hacia dentro todavía para mirar a su alrededor con un solo ojo. Es increíble comparar el cambio al que tuvo que adaptarse Susan Barry, con casi cincuenta años de experiencia atormentada, con la destreza adquirida por un niño de doce meses: a esa edad, cualquiera ha consolidado ya la forma en que mira y sabe hacerlo tanto de pie como acostado. Susan tuvo que empezar de nuevo y probar, poco a poco, cómo enfocar los dos ojos hacia el mismo punto y al mismo tiempo.
Pero lo más fascinante de esta científica es que ahora sabe disfrutar de lo que ha enseñado a su cerebro, sin olvidar nada de lo que aprendió hace casi cincuenta años.
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Autor: Eduard Punset
Nota: Esta es la presentación escrita por Eduard Punset para la versión española del libro «Ver en estéreo», de la neurocientífica Susan Barry. El libro en español ha sido publicado por la Sociedad Internacional de Optometría del Desarrollo y del Comportamiento, junto con el Grupo Acción Médica y se puede adquirir a través de este sitio web.
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