Es importante tener en cuenta que la palabra DISLEXIA proviene del griego y significa dificultad con el lenguaje. Y, es con esta definición con la que nos sentimos más identificados, ya que hemos podido constatar que frecuentemente la dificultad con la lectura viene también acompañada con dificultades en la escritura (disgrafía) y/o con la ortografía (disortografía). Sin embargo, es necesario saber, que muchos teóricos traducen el término dislexia como dificultades en la lectura.
La mayoría de los estudios coinciden en que la dislexia se transmite de forma genética, y por ello, resulta muy frecuente encontrar en una familia a más de una persona con dislexia.
Es independiente de cualquier causa intelectual, cultural y emocional, y se da a pesar de una inteligencia normal o por encima de la media.
Toda persona con dislexia puede llegar al aprendizaje de la lecto-escritura, si se le brinda una metodología adecuada, y de acuerdo a su forma distinta de percibir el mundo de los símbolos.
Por ello, resulta de vital importancia un diagnóstico precoz que permita intervenir lo antes posible en el proceso de aprendizaje, evitando así que se desarrollen efectos secundarios más difíciles de tratar, como la depresión y la inhibición progresiva, consecuencias de un tratamiento inadecuado debido, principalmente, al gran desconocimiento y desinformación existente en nuestra sociedad.
A lo largo de todas las investigaciones acerca de la dislexia que se han llevado a cabo desde hace cien años en países como EEUU o en el norte de Europa, se han encontrado hallazgos muy relevantes para entender el pensamiento de una persona con dislexia. Y, gracias a ello, se ha podido establecer que, aunque la parte izquierda del hemisferio tiene una actividad notablemente más reducida que en una persona sin dislexia, sí resulta relevante resaltar que la parte derecha, en la que tiene lugar el desarrollo de la creatividad y la imaginación, sí tiene una actividad mayor, por lo que todas las personas con dislexia, tienen unas habilidades fuera de lo común en el campo de la creatividad o a nivel técnico.
Por otro lado, se puede dar el caso que las percepciones visuales, acústicas y de orientación espacial y de tiempo están alteradas. De esta forma las características de la dislexia, como p.ej. la omisión, la sustitución o la inversión de letras (b/p, p/q, d/p, u/n, etc.), o incluso afirmaciones de personas con dislexia que han manifestado que las letras se mueven, podrían encontrar su origen en una lateralidad deficiente o alterada. Lo que también explicaría los problemas de psicomotricidad gruesa y/o fina que podemos observar en nuestros/as hijos/as, p.ej. al atarse los cordones, utilizar el cuchillo y el tenedor, leer correctamente el reloj, recordar la secuenciación de los días de la semana, de los meses, las tablas de multiplicar, etc.
La lateralidad es la distribución ordenada de las funciones de los dos hemisferios (derecho e izquierdo) que forman el cerebro. El proceso de lateralización permite tener unas referencias claras del espacio y de la dirección para procesar los códigos alfanuméricos y, por lo tanto, tener un nivel adecuado en lecto-escritura.
El cuerpo humano tiene partes anatómicas pares y simétricas. Esta circunstancia se da también en el cerebro, ya que se divide en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo. El hecho de tener dos lados no evita que se utilice preferentemente una de estas partes en detrimento de la otra.
Así pues, la lateralidad se va desarrollando durante la etapa de crecimiento de los niños. También en la visión. Algunas anomalías en este proceso de lateralización pueden provocar síntomas en el niño, como la aparición de problemas relacionados con el espacio y el tiempo, actitudes de inseguridad o problemas psicomotrices que generan irritabilidad y problemas de relación con el entorno social o de equilibrio emocional.
Para un correcto diagnóstico de lateralidad, es preciso evaluar todas las etapas pre-laterales del niño: hay que hacer una evaluación optométrica completa de las habilidades visuales y de procesamiento, una evaluación del predominio manual, visual, auditivo y podal, y evaluar la integración visual con las distintas modalidades.
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