Movimiento de reubicación durante el parpadeo lo llaman los científicos de la Universidad de Tubinga, en Alemania, que han hallado esta nueva propiedad de nuestro sistema visual.
Pasamos el diez por ciento del tiempo que estamos despiertos guiñando los ojos, pero apenas somos conscientes de ello. El parpadeo o pestañeo supone una interrupción muy breve de nuestra percepción visual. Juega un papel esencial para la lubricación de los ojos y aporta al cerebro mínimos pero frecuentes descansos, pequeños breaks mentales inconscientes, pero muy reparadores.
Lo que no sabíamos hasta ahora es que existe otra forma diferente de parpadear y mover los ojos. Un equipo de la Universidad de Tubinga, en Alemania, estudió los movimientos oculares de once individuos mediante pequeñísimos cables fijados a la córnea mediante rastreo con una cámara de visión infrarroja.
Según sus conclusiones, publicadas en eLife, apreciaron un tipo de movimiento sincronizado con el guiño que no se había conocido hasta ahora. Aparentemente, cumple la función de recolocar el ojo después del giro que se produce al ver un objeto que rota, como cuando tratamos de estabilizar las pequeñas oscilaciones de la cámara para fijar la imagen. Y no nos damos cuenta de esta recolocación del ojo porque se produce automáticamente cuando parpadeamos.
Mohammad Khazali, que ha liderado la investigación, expresa la sorpresa que les produjo descubrir este movimiento que en absoluto habían previsto al iniciar el experimento. De hecho se proponían investigar si la llamada exploración del nistagmo, un movimiento ocular involuntario, oscilante, espontáneo o inducido, repetitivo y rítmico, que se caracteriza por una primera fase de oscilación lenta pendular, y una segunda fase de recuperación brusca y rápida espasmódica, tenía lugar al mismo tiempo que parpadeamos o guiñamos el ojo.
En teoría este movimiento reflejo también produce una interrupción del sistema visual. En el experimento, rastrearon el movimiento ocular de los sujetos mientras veían un patrón rotatorio de puntos o lunares. Mientras sus ojos giraban tratando de seguir los puntos, se recolocaban con frecuencia mediante la exploración del nistagmo para evitar los movimientos forzados que sobrepasaran los límites mecánicos de los músculos del ojo. Sin embargo, este reseteado no funcionaba del todo y los ojos tendían a girar hasta el límite de la capacidad de los músculos oculares. El rango de rotación variaba entre los voluntarios del estudio entre 3 y 8 grados.
Una vez que alcanzaban el tope de giro, los ojos se recolocaban simultáneamente al parpadeo. Los investigadores han llamado a esta acción mecánica recién descubierta movimiento de reubicación durante el parpadeo, en inglés blink-associated resetting movement (BARM). Según Khazali, «podemos ver con agudeza gracias a la fóvea, un área de la retina sensible a la luz que necesita estar estable para escrutar de forma óptima los objetos de interés en el campo visual». La frecuencia y amplitud del movimiento BARM depende de la distancia a la que los ojos se hayan desviado de esa posición neutra de la fóvea.
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