¿SE PUEDE PREVENIR LA MIOPÍA?

Como todos sabemos la miopía es un defecto de refracción debido al cual las personas que la padecen tienen su agudeza visual reducida.

Existen dos tipos de miopía, la miopía simple y la patológica, esta última puede continuar creciendo a lo largo de toda nuestra vida y tiene un factor genético que no vamos a poder evitar. Sin embargo, la miopía simple suele tener una evolución limitada por el desarrollo del globo ocular, es decir, que cuando el ojo deja de crecer la miopía debería parar.
Por desgracia esto cada vez es más incierto, ya que cada vez hay más personas a las que las sigue aumentando la graduación en la edad adulta, pero … ¡¿por qué?! El crecimiento natural del globo ocular debería parar en torno a los 12 años. El exceso de crecimiento del globo ocular se traduce en miopía, por lo tanto el crecimiento excesivo o no del ojo debería darse antes de los 12 años.
Entonces, ¿por qué hay miopías que siguen creciendo más allá de esa edad? Y ¿por qué cada vez más personas padecen miopía y parece que aumenta más rápidamente? La respuesta a todas estas preguntas probablemente esté en el entorno, es decir, estamos sufriendo una adaptación fisiológica a nuestras nuevas condiciones de vida.
Nuestro sistema visual está diseñado para ver a distancias lejanas sin realizar ningún esfuerzo y para ver en distancias cercanas gracias a la capacidad de enfocar que tiene nuestro cristalino, que es una lente dinámica que tenemos dentro del ojo. Además estamos dotados de una visión central y una visión periférica, que nos permite tener una conciencia global de lo que nos rodea sin necesidad de verlo.
Sin embargo, cada vez nos encontramos más tiempo en entornos cerrados y distancias más cercanas, y es por ello que nuestro sistema visual se está adaptando. Esta adaptación consiste en una inhibición de nuestra visión periférica y un aumento del tamaño del globo ocular para reducir el esfuerzo de enfoque que realizamos en distancias cercanas, es decir, un desarrollo de miopía, que se traduce en una visión borrosa en lejos (distancia que cada vez utilizamos menos) y un menor esfuerzo para ver a distancias cercanas, todo esto por supuesto, sin el porte de la graduación.
El problema aumenta cuando nos percatamos de esa visión borrosa en lejos y nos ponemos una gafa para corregir la miopía, que inicialmente nos permite ver bien a todas las distancias, pero al llevar la gafa volvemos a estar incómodos en las distancias cercanas y el ojo vuelve a sufrir una adaptación, traducida en crecimiento de la miopía, para volver reducir el esfuerzo de enfoque en cerca. Y este círculo vicioso continuaría al ponernos la nueva graduación.
Esta es la mayor razón por la que la miopía está aumentando estrepitosamente, por la que los adultos que incrementan su trabajo en cerca, como ocurre con los opositores o con las personas que trabajan muchas horas delante del ordenador, ven como les aparece o aumenta la miopía.
Este tipo de miopía recibe el nombre de miopía funcional o artificial porque inicialmente no es una miopía, sino un problema de visión periférica y enfoque que se traduce en visión borrosa en lejos.
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Por todo ello lo que debemos hacer es intentar reducir el esfuerzo en cerca y hacer uso de la periferia, entre otras cosas, para ello existen varias posibilidades:
1. La adaptación de lentes de contacto: su uso, en vez de gafas, favorece la percepción de la periferia, ya que no tenemos la montura limitando nuestro campo visual. Existen diversos tipos de lentes de contacto, atendiendo al tipo de material existen dos:
– Lentes de contacto blandas: las más conocidas y utilizadas son las de reemplazo frecuente.
– Lentes de contacto permeables al gas: suelen ser una buena opción en la mayor parte de los casos, sin embargo, debido a la comodidad y rapidez con la que se adaptan las lentes blandas están perdiendo fuerza en el mercado, siendo por desgracia una de las mejores opciones que tenemos debido al respeto que tienen por la salud ocular y a la buena calidad visual que se consigue con ellas.
2. Existe un tratamiento mediante lentes de contacto llamado ortoqueratología orientado a hacer un control de la miopía, es decir, a parar o ralentizar la progresión de la misma. Existen dos tipos de ortoqueratología:
Ortoqueratología diurna mediante lentes de contacto blandas: se basa en llevar unas lentillas blandas durante el día que tienen diferenciada la parte central de la periférica, consiguiendo una imagen más enfocada en la retina.
Ortoqueratología nocturna mediante lentes de contacto permeables al gas. El usuario se coloca las lentes para dormir y por la mañana puede retirárselas y ver correctamente sin necesidad de lentillas ni de gafas.
Para mejorar el enfoque y otras muchas habilidades que pueden  estar afectadas en la miopía artificial tenemos la terapia visual comportamental, que consiste en conseguir mejorar las habilidades visuales a través de ejercicios que nos permiten mejorar nuestro rendimiento, ya que los cambios se estructuran a nivel neurológico.
Otra opción sería valorar la necesidad o no de llevar gafas para reducir el esfuerzo en cerca y de esta forma, cuando vayamos a cambiar la mirada a lejos contar con un sistema visual más descansado y capaz de cambiar a las diferentes distancias sin problemas.

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